A Bethlehem Alemu, más que poner en marcha su negocio, lo que le costó fue convencer a sus trabajadoras para que no renunciasen por tener que cuidar de sus hijos. "Si pierdo a una mujer, pierdo mi inversión", destaca.
A Bethlehem Alemu, más que poner en marcha su negocio, lo que le costó fue convencer a sus trabajadoras para que no renunciasen por tener que cuidar de sus hijos. "Si pierdo a una mujer, pierdo mi inversión", destaca.
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